La ira y sus consecuencias

Por su condición de ser dominante, o tratar de serlo ya sea con los de su misma especie o no; el hombre ha tenido que luchar para tratar de controlar ciertas emociones que emanan de su interior y que desde antaño y a lo largo de sus generaciones ha desarrollado y manifestado, según las necesidades que su propio entorno le demanda. Muchas de ellas le han sido transmitidas y en otros casos ha nacido con ellas. Emociones que, si son manejadas de una manera sabia, pueden ser un aliado perfecto para nuestra vida, de lo contrario, nos pueden llevar a tener una vida en constantes conflictos. La postrera condición emocional del individuo, puede llegar a ser desastrosa

Una de estas emociones es el enojo, que bien pudiera parecer no tan peligrosa, pues podemos entender que esta es una reacción natural de nuestro carácter hacia ciertas provocaciones. Pero que si no se controla, entonces pasa a la siguiente categoría, la cual la podemos llamarle ira. Que es básicamente el cúmulo y explosión de las emociones antes contenidas. Este puede afectar no solo al receptor sino que también el emisor puede llegar a sufrir las consecuencias de tal arrebato.

Por lo tanto resulta interesante conocer acerca de la ira, sus causas, consecuencias y sobre todo el remedio o antídoto [por así llamarlo]. Pero no a través de la óptica y pensamiento humano, sino el de las Sagradas Escrituras, las cuales nos darán un amplio panorama acerca de este tema.

Las Escrituras, en el segundo libro de los Reyes, nos narra la historia de un comandante del ejército Sirio de nombre Na’aman, el cual al verse afectado por la tzara’at, llega a pedir ayuda al profeta de Elohim Elisha’. Al no recibir el trato que según él consideraba debían darle, se enfurece. Veamos:

2 Reyes 5: 1-15 Na’aman, comandante del ejército del rey de Aram (Siria), era un hombre eminente ante su amo y muy respetado pues HaShem le había dado la victoria a Aram por su intermedio. Era un hombre fuerte, pero sufría de tzara’at. De Aram habían salido grupos guerrilleros que capturaron a una chica joven de Israel — la sirvienta de Na’aman. Ella le dijo un día a su patrona: “Mejor que los ruegos de mi amo lleguen hasta el profeta que está en Shomrón (Samaria), porque él puede curarlo de su tzara’at. Entonces Na’aman fue y le contó a su rey todo lo que le dijo la chica que vino de la Tierra de Israel. Entonces el rey de Aram respondió: “Anda entonces, yo enviaré una carta al rey de Israel”. Na’aman partió llevando (para el profeta) 10 kikar de plata, 6000 shekelim de oro y 10 mudas de ropa. (El kikar y el shekel son medidas de peso). Y también llevó la carta al rey de Israel, que decía así: “Cuando esta carta llegue a ti, sabrás que te he enviado a mi servidor Na’aman para que le cures su tzara’at”. Pero cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestimentas y dijo: “¿Acaso soy Elokim que mata y da vida para que éste me envíe un hombre a que lo cure de su tzara’at? ¡Entiendan que está buscando un pretexto contra mí!”. Pero cuando Elisha’, hombre de Elokim, supo que el rey de Israel había rasgado sus ropas (en señal de aflicción), mandó a decirle al rey: “¿Por qué rasgaste tus ropas? Por favor, que el hombre venga a verme ahora y sabrá que hay profeta en Israel”. Entonces Na’aman fue con sus caballos y su carro y se paró frente a la puerta de la casa de Elisha’. Elisha’ le envió un mensajero para que le dijera: “Anda, báñate siete veces en el Iardén y tu carne volverá a su estado natural y estarás puro”. Pero Na’aman se enfureció y se fue diciendo: “Yo pensé que iba a salir a recibirme y que de pie iba a invocar el Nombre de HaShem, su Elokim, y que iba a pasar su mano sobre la parte enferma y que así me curaría el tzara’at. ¿Acaso los ríos Aman6aacute; y Parpar, los ríos de Damések (Damasco), no son mejores que todos los ríos de Israel?, ¿Acaso no puedo yo bañarme en ellos para purificarme?”. Muy enojado, dio la vuelta y se fue de allí. Entonces se acercaron a él sus sirvientes y le dijeron: “Señor nuestro, si el profeta le hubiera ordenado hacer algo difícil, ¿no lo haría Ud.? ¡Pues con mayor razón si solo le ha dicho ‘báñese y se purificará!’. Na’aman fue y se sumergió en el Iardén siete veces, tal como le dijera el hombre de Elokim. Entonces su carne se volvió pura, como la de un jovencito. Luego fue con todos sus acompañantes a ver al hombre de Elokim (Elisha’). Al llegar ante él le dijo: “Ahora reconozco que en toda la tierra no hay dios, sino sólo en Israel. Por favor, acepta un regalo mío, soy tu servidor”.

La palabra clave se encuentra en el versículo [pasuk] 11, con la palabra enojado (como aparece en la traducción Reina Valera). Con la cual, según la Concordancia Exhaustiva Strong, nos enseña que esta palabra proviene de la raíz hebrea Catsaf, la cual traduce al español como: estallar en furia, ira.

Viendo este mismo texto en la versión en inglés King James, encontramos que esta misma palabra la traducen como enfureció, la cual se acerca más al texto original hebreo, por lo tanto, en los siguientes versículos (pasukim) a citar emplearemos el vocablo catsáf en las palabras iraenojo.

Juntamente con esta historia, la Torah nos enseña una gran variedad de textos en donde esta emoción hace presa de varios personajes y circunstancias que los llevan a perder el control. Vayamos por orden. Por principio de cuentas debemos entender que tenemos el carácter del Eterno, así que todas la emociones, en su sentido mas recto, justo y santo, provienen de Él. Es decir, aún la ira, el Eterno la manifiesta para hacer justicia.

Debarim (Dt) 9:19 Porque temí a causa del furor y de la ira con que HaShem estaba enojado contra ustedes para destruiros. Pero HaShem me escuchó aun esta vez.

En la Torah hay ejemplo de personas que ostentan alguna autoridad o Principado y llegan al punto de enfurecerse y perder el control. Veamos algunos ejemplos:

Génesis (Bereshit) 41:10 Cuando Faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos.

1 Shmuel (1Samuel) 29:4 Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?

Estos son ejemplos en los cuales el hombre tiende a enfurecerse y a manifestar su ira.
Cabe destacar que este comportamiento no es exclusivo de gente con una alta posición o jerarquía como Na’aman, ya que pudiera pensarse que debido a ello, el ego y la soberbia son factores que favorezcan a este mal. Pues aún en la gente «común» (valga la expresión) está expuesta a esta reacción.

Entonces salta la pregunta, ¿qué hay con El Eterno? Existen varios factores que pueden provocar a ira al Elohim de Israel. Veamos:

La rebeldía
Deuteronomio (Debarim) 9:7 Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de HaShem tu Elokim en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entraste en este lugar, han sido rebeldes a HaShem

La provocación al Eterno
Deuteronomio (Debarim) 9:8 En Horeb provocaron a ira a HaShem, y se enojó HaShem contra ustedes para destruiros.

Por nuestras palabras
Eclesiastes (Cohelet) 5:6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Elokim se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

Ahora bien, el problema no radica tan solo en cometer las faltas delante del Eterno, sino que mas de una vez lo llegamos a hacer:

Deuteronomio (Debarim) 9:7 Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de HaShem tu Elokim en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entraste en este lugar, han sido rebeldes a HaShem.

Debarim [Dt] 9:22 También en Tabera, en Masah y en Kibrot-hataava provocaron a ira a HaShem.

Y esta actitud rebelde, ¿qué consecuencias nos trae?:

Ser destruidos
DeBarim [Dt] 9:8 En Horeb provocaron a ira a HaShem, y se enojó HaShem contra ustedes para destruirlos.

Ser rechazados
Lamentaciones 5:22 Vuélvenos, oh HaShem, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio. Porque nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera

Será destruida la obra de nuestra manos
Eclesiastes (Cohelet) 5:6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Elokim se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

¿Y sobre quien recae el castigo por nuestras faltas? Sin duda muchos se ven afectados, no tan solo nosotros:

La congregación
Levítico (Vaikra) 10:6 No deswcubran sus cabezas, ni rasguen sus vestidos en señal de duelo, para que no mueran, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero sus hermanos, toda la casa de Israel, sí lamentarán por el incendio que HaShem ha hecho.

Los siervos
Génesis (Bereshit) 40:2 Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde Iosef estaba preso.

Teniendo tan grande mal y sentencia sobre nosotros, ¿cómo podemos evitar la ira del Eterno sobre nosotros?

Obediencia
Levítico (Vaikra) 10:6 No deswcubran sus cabezas, ni rasguen sus vestidos en señal de duelo, para que no mueran, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero sus hermanos, toda la casa de Israel, sí lamentarán por el incendio que HaShem ha hecho.

No hablar de este personaje sería imposible, ya que las Escrituras lo ejemplifican como el hombre mas manso de la tierra, pero que sin duda también llegó a demostrar en su condición humana, tanto como para enfurecerse. Me refiero a Mosheh rabeinu.
Quizá pensábamos que éste gran hombre no sería capaz de salirse de sus casillas, pero las Escrituras dicen que sí. Veamos dos pasukim que testifican lo dicho, ya que en estos cuando se menciona la palabra enojo, hace alusión al vocablo catsáf (enfureció).

Éxodo (Shmot) 16:20 Mas ellos no obedecieron a Mosheh, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Mosheh

Levítico (Vaikra) 10:16 Y Mosheh preguntó por el macho cabrío de la expiación, y se halló que había sido quemado; y se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos que habían quedado de Aharon, diciendo:

En estos 2 pasukim, ¿la ira de Mosheh rabeinu fue mala? En ninguna manera, ya que el celo por el Eterno lo llevó a actuar de esa manera.

Amados, no olvidemos que las transgresiones delante del Eterno siempre tendrán su justa retribución, pero si nos encontramos en una situación así (lo ‘alénu), es momento de cambiar, escuchar consejo, doblegar el orgullo y temer delante del Elohim de Israel. Esperar en esa misericordia que nos restaure y nos libere de la ira, tanto la que emana de nosotros, como la mas terrible, la de HaShem.

Debarim 9:19 Porque temí a causa del furor y de la ira con que HaShem estaba enojado contra ustedes para destruiros. Pero HaShem me escuchó aun esta vez

Cuando el hombre hace uso de esta emoción, la mayoría de las veces se actúa de una manera irracional

En el Shuljan ‘aruj [Mesa puesta] encontramos una lista relacionada al hombre y la ira:

La Ira, el enfado

1. Asimismo, la ira es un defecto muy grave, y hay que alejarse de ella hasta el extremo opuesto y aprender a no enojarse, aun por el motivo que justificaría la ira. Si desea inspirar temor a sus hijos o a la colectividad [en caso que sea el jefe de la comunidad] y mostrar su enfado para rectificar su conducta, simulará estar furioso cuando les reprende, pero permanecerá sereno interiormente.

2. La Ira es un veneno muy peligroso tanto para el cuerpo como para el alma, como versan las Escrituras: »Rechaza la ira de tu corazón y alejarás el mal de tu persona». En este versículo designa igualmente al Guehinom. Nuestros sabios afirman efectivamente que el que se enfurece es presa de todas las clases del Guehinom.

3. Los antiguos Sabios dijeron: enojarse equivale a cometer idolatria (Zohar, Bereshit 2,17). »Toda persona que se enfurece, si es sabia pierde su profecía» (Talmud, Pesajim 66n). Tambien dijeron: »La vida de los coléricos no es vida» ( Pesajim 113).

4. El que se enoja pierde en ese momento su alma divina, y una alma impura ocupa su lugar. Es como si trasformara el mismo en ídolo. La Shejinah [Presencia Divina], se aparta de él. Está prohibido fijarse en una persona en sus momentos de ira, y el que le habla o le guarda compañía cuando está en ese estado es considerado como si practicara idolatría.

5. El que se enoja pierde un gran bien que le había sido destinado del Cielo.

6. Si una persona es colérica, se puede afirmar sin duda alguna que sus pecados sobrepasan sus méritos.

7. Si una persona es colérica, sus días se acortan.

8. El fondo interior de la persona se revela por su bolsillo, Kiso (Su forma de reaccionar ante un problema financiero), por su vaso, Koso, (Cómo se conduce bajo el efecto del vino) y por su ira, Kaaso, (Cómo controla su furia).

9. ¿Cuál es el verdadero héroe? el que sabe contener su ira.

10. El Jasid, el piadoso, es aquel que se ofende difícilmente y perdona fácilmente.

11. Dichoso es el que guarda silencio para evitar un pleito.

12. Hay que alejarse al extremo de la ira al punto de conservar siempre sangre fría y permanecer impasible ante todo insulto u ofensa. Tal es la via de los Justos, sinceramente humildes, que se mantienen imperturbables y silenciosos cuando sufren una ofensa. Actúan así por amor a Elokim aceptando tales sufrimientos con alegría. La Escritura les alaba en estos términos: »Y los que le aman brillarán con el esplendor del sol que crece desde su salida hasta alcanzar toda su fuerza en su cenit» (Jueces 5:3).

SHABAT SHALOM

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