En las relaciones, no hacerle caso a nuestras emociones.

Hace mucho tiempo, vi un programa en TV que habló de la experiencia de los pilotos de aviones de guerra, que al exponer su cuerpo a circunstancias que luchan contra la gravedad, cuando el plano terrestre se perdía, lo que debían hacer era desoír a sus sentidos y únicamente confiar en los instrumentos de navegación, ya que si oía a sus sentidos, lo más probable sería que no tomara la decisión correcta y ello le llevaría a estrellarse.

Con lo anterior en mente aprendí que la reacción correcta de un conductor de vehículo en el momento de un derrape, debería ser

contrario a lo que sus sentidos le decían

, es decir, se derrapa y lejos de frenar se debe acelerar por ejemplo, de ahí que traté de mentalizarme en caso de que me sucediera…y…me sucedió; llego mi prueba.

Transitando de Cuernavaca a Toluca por las lagunas de Zempoala (que para aquellos que no conozcan, es una zona de curvas muy pronunciadas y barrancos), me encontré de repente siendo llevado por la inercia del aceite en el asfalto, la parte posterior de mi vehículo se derrapaba llevándome al barranco, por lo que lejos de frenar (lo que dictaba mi miedo), aceleré, y en lugar de tomar fuerte el volante (lo que dictaba mi tensión), di al volante la dirección hacia el mismo barranco, y… se freno el vehículo.

En las relaciones interpersonales al igual que manipulando un aeronave o manejando un vehículo pueden suceder percances, situaciones que te lleven a desconfiar y dejarte avasallar por las emociones y ello te lleve al fracaso en tu relación.

En mis últimos años con relaciones, que he intentado sean a largo plazo, ¡todo un reto!, he sido tentado una y otra vez por cuanto mis sentidos en determinadas circunstancias me lo dictan, en desconfiar del amigo; dudar; pensar que lo hace por ganar ventaja; creer que están aprovechándose de mi o de las circunstancias. Creer que desean mi mal o el de otro etc. Por lo que decidí no hacerle caso a mi sentidos sino creer a mi tablero de instrumentos (metafóricamente hablando), confiar en que mi tablero de instrumentos, es decir, en que los años que llevo de conocerlos nunca ha sucedido cosa semejante a la que estoy desconfiando o que aparentemente las circunstancias me la están demostrando, y el voltear a ver a ese historial me ha ayudado significativamente.

Con lo anterior en mente, si la circunstancia que estoy viviendo en apariencia me muestra que el amigo(a) se quiere aprovechar, de mi o de otros, de manera elemental me pregunto: ¿Alguna vez ha sucedido cosa semejante en el paso de mi relación con él o ella?; En caso negativo opto por pensar o que las circunstancias no están dándome todo el panorama, o que simplemente fue un error lo que se cometió, y un error como siempre me lo recuerda mi esposa…”cualquiera lo puede cometer”.

No ha sido fácil darle más peso a la experiencia vivida en mis relaciones, ¡ha sido todo un reto! Tiene poco tiempo que vi un documental de neurología en el cual establecía que el cerebro nos engañaba, ¿cómo? Sí, que el cerebro nos engaña, ya que si el cerebro tiene solo datos aislados, pudiera “inventarse” los eslabones faltantes, dado que lo más importante para el cerebro es dar coherencia a sus datos, que veracidad al hecho, por lo que si aún el cerebro nos puede jugar una mala pasada, cuanto más las evidencias que aparentemente inculpen a alguien.

Concluyo: En nuestras relaciones podemos escoger que sean nuestras emociones las que las controlen, ó, permitir que sea nuestra experiencia de años (o el tiempo que tenga la relación) la que ayude a juzgar situaciones dudosas; esto último, me evita: dolor; duda; inquietud; deducir solo por mi óptica o la de otros; pero sobre todo, la perdida. Si, la perdida de una relación, que da muestra de mi incapacidad de relacionarme, ó si la conservo, el esmero simple y sencillamente  de demostrar  amor al prójimo.

Para finalizar te pregunto: ¿Cuántos amigos(as) tienes? ¿Cuál es la relación que más años tiene? ¿Cuánto tiempo lleva que al que aprecias no contactas? ¿Qué opinas? [email protected]

Filipenses 4:8 Por lo demás, ajim-hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

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