La obediencia

Dar oído

8 de Tishri del 5764
4 de Octubre del 2003
Debarim / Deuteronomio 32:1-52

Alfonso Herrera 
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Introducción

Deuteronómio 32:1 «Oigan con atención, oh cielos, y hablaré; y que la tierra escuche los dichos de mi boca….»
La perasha de esta semana nos recuerda una expresión que, al atenderla, no pocos sienten en lo más profundo una mezcla de sentimientos encontrados. Temor de Elohim, remordimiento de conciencia, frustración, alegría y esperanza, arrepentimiento, etc. Y es que, haciendo un detallado análisis del tema de nuestra perasha, descubrimos que trae consigo el recordatorio de un principio universal del cual dependen las bendiciones o maldiciones de las cuales somos acreedores, ante el Eterno, según nuestro andar diario: La Obediencia.

Devarim 32:1 Ha’azinu hashamayim va’adaberah vetishma ha’arets imrey-fi.

Porque, si nos atenemos al significado de la palabra obediencia, tendríamos que ponernos inmediatamente a temblar pues obedecer es: «Cumplir la voluntad de quien manda; Ceder un animal con docilidad a la dirección que se le marca (ej. guiar un caballo); Ceder una cosa al esfuerzo que se hace para cambiar su forma o estado; Dimanar, proceder, asentir, acatar.» Quien no encuadre en las anteriores definiciones es considerado desobediente, rebelde.

HA’AZINU se traduce como dar oído, esto es, prestar atención atentamente. Escuchar no sólo para aprender sino para hacer, para ejecutar. Moshé, de esta manera (apelando a la obediencia), da toda su alabanza y exaltación al Eterno por sus obras siempre perfectas y por su misericordia, pues nos recuerda que durante el peregrinar del pueblo en el desierto solamente la mano del Eterno los pudo sostener. Todo lo anterior da pruebas de Su misericordia.Temas de la parashát

Moshé, al termino de su cántico, le recuerda al pueblo la importancia de colocar en sus corazones las palabras de la Torah para ponerlas por obra. Al mismo tiempo recomienda a la congregación la repetición constante a sus «de cuidar de cumplir todas las palabras de Su Torah, instrucción, la cual seria la fuente de vida, esto es nuestra vida misma.» (Debarim/Deuteronomio 32:46)
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La siguiente perasha trata sobre los siguientes temas:

Primera aliya (32:1-6)

El cielo y la tierra son testigos de las obras del hombre. Elohim es fiel, justo y recto. El nos creó y es nuestro Padre celestial. Elohim no nos debe nada mas nosotros le debemos todo nuestro ser.

Segunda aliya (32:7-12)
Exhortación a investigar y aprender del pasado del pueblo de Elohim a través de los profetas de Israel, los ancianos y líderes.

Tercera aliya (32:13-18)
Afirmación de la bondad y provisión de Elohim para con Su pueblo. Rebeldía e ingratitud del pueblo para con Elohim.

Cuarta aliya (32:19-28)
La furia del Eterno se enciende contra la rebeldía e idolatría del pueblo. El Altísimo castiga a Su pueblo mas no lo destruye por causa de Su Santo Nombre.

Quinta aliya (32:29-39)
El Eterno llama a Israel a darse cuenta de Su soberanía en el mundo. ELohim es la roca que representa fortaleza y eternidad. El Santo bendito El es la única protección para Israel.

Sexta aliya (32:40-43)
Elohim es fiel y justo. Cumple Sus promesas y retribuye con equidad.

Séptima aliya (32:44-47)
Moshe vuelve a exhortar al pueblo a la enseñanza y obediencia de la Palabra de Elohim que es la fuente de vida.

Maftir (32:48-52)
Elohim le ordena a Moshe que contemple la tierra prometida desde el Monte Nevo y  que le entregue su alma para ser reunido con su pueblo como lo fue Aharon su hermano al morir en Hor HaHar (la doble montaña).

Enseñanza.

«Vino Moshé y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué, hijo de Num. Y acabó Moshé de recitar todas estas palabras al pueblo de Israel; y les dijo: «Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta Ley. Porque no es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta Ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra donde vais, pasando del Jordán, para tomar posesión de ella.» Devarim 32-44-47.

El pueblo ya había pasado por innumerables aventuras desde su salida de Egipto: La salida de Egipto, La entrega de la Torá en el Sinaí, el camino errante por el desierto, las rebeliones de algunos en contra de la autoridad de Moshé entre tantas otras. Moshé, ahora, al recibir la noticia de parte del Eterno de que no pasaría a la tierra prometida, y antes de morir, deja una recomendación de trascendental importancia: «Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de la Torá.»

El asunto de la educación de los niños es de vital importancia para la supervivencia de un pueblo. La instrucción de los niños, basada en principios y valores, es una mitzvot de alta prioridad para el Eterno. En la anterior perashá se nos habló de las bendiciones y las demandas del Eterno para sus hijos. En ella, el Eterno se dirigió los que estaban presentes en ese momento y a los que no estaban, es decir, las futuras generaciones.

Por tanto, podemos decir que la mitzvot de la instrucción de los niños en la obediencia a la Torá es un trabajo constante mandado a los padres, a lo largo de las generaciones, para ser cumplido hasta el sacrificio: «…pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.» 2 Corintios 12:14.

Los pueblos más progresistas de nuestros tiempos, las superpotencias de hoy, se encuentran en una franca decadencia moral y espiritual por vivir alejados de los principios divinos. La legalización de la pornografía so pretexto de la libertad de expresión, por ejemplo, ha producido una generación violenta e irresponsable en la cual el respeto y la dignidad humanas han pasado a segundo término, trayendo como consecuencia una sociedad deshumanizada.

Los hijos han sido relegados al cuidado de las madres únicamente, dejando al padre fuera de su responsabilidad. Hoy día son cosa común el suicidio, drogadicción, delincuencia y enfermedades veneras entre otros muchos males por los cuales pasa la juventud. Y no sólo eso, sino que, de seguir así nuestra sociedad, arrastrará a países enteros a la quiebra financiera.

Pero las palabras de la Torá son vida, son ciertas y son Eternas. En Ella están contenidos los cimientos para una vida plena y llena de felicidad. Pero, ¿Cómo podemos penetrar en la conciencia de los niños para encausarlos hacia la obediencia? El niño tiene que ser educado en toda ciencia y conocimiento del Altísimo.

En cierta ocasión escuche a una maestra de escuela primaria preguntarle a la directora acerca de cómo enseñar a su grupo el tema de la evolución, sin comprometer la doctrina bíblica. Me llevé grande sorpresa al escuchar a la directora responderle a la maestra que la evolución es un pecado, y que esa enseñanza no debería penetrar en la mente de los estudiantes. –¿Qué pasará con la calificación? -preguntó nuevamente la maestra. –«Pues, si el alumno obtiene un cinco de calificación, ¡Gloria a D´s por ese cinco! Pero no podemos «inyectar» el pecado en la vida del niño -respondió nuevamente la directora.»

Lo anterior es un error. El niño debe ser instruido en toda ciencia y conocimiento. Debe estudiar todas las áreas de la educación escolar, llámense ciencia, filosofía, letras o cualquier otra y, no por ello, comprometer su fe y sus principios. Yo resolví ese dilema diciendo a mi hija que, cuando se encuentre ante la situación de dar estas respuestas, ya sean verbales o escritas, debe responder así: «Según Darwin, la evolución de las especies fue así, y así, y así.» Y cuando te pregunten que, según tu pensamiento, qué es lo correcto, responderás: «Yo soy creación del Eterno, el Elohim único, el Santo de Israel.

Pero, por sobre todas las cosas, nuestros hijos deben aprender a: «Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta Ley. Porque no es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta Ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra donde vais, pasando…»

Camino de la Obediencia

«Escuchad , cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca. Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento; como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba; Porque el Nombre de Hashem proclamaré. Engrandeced a vuestro Elohim. El es la roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Elohim de verdad y sin ninguna iniquidad en ÉL; es justo y recto. La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha; generación torcida y perversa. ¿Así pagáis a Hashem , pueblo loco e ignorante? ‘No es el tu Padre que te creo? » Deuteronomio 32:1-6.

La obediencia a la Torá trae como consecuencia, casi inevitable, una personalidad impregnada de integridad y, por añadidura, una reputación intachable dentro de la sociedad donde se mueve el individuo.

El actor estadounidense Edward James Olmos, de origen mexicano, encarnó en sí mismo la personalidad del teniente Castillo, héroe policial al que Olmos representó en la serie televisiva Miami Vice, en los 80´s. El teniente castillo, al igual que Olmos es un ser solitario, existencialista, de recia personalidad; no pierde el tiempo en hacer desplantes de un tipo rudo; vive y se desempeña en armonía con un austero código moral: sólo puede hacer lo que no se aparta un ápice de la rectitud. En esta época de valores morales difusos, lo anterior personifica el verdadero valor civil.

Definitivamente, la obediencia trae buenos dividendos en todos los aspectos. Pero, el carácter y la reputación de la persona que la practica son fortalecidos grandemente. Por ello, el Eterno nos hace énfasis en la instrucción y el constante recordatorio hacia nuestros niños para que su crecimiento se fundamente en este principio universal.

He aquí algunos de los aspectos más sobresalientes de la obediencia:

DEBE SER EJECUTADA CON TODO NUESTRO SER; El Señor tu Elohim te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida pues de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. Debarim 16:16

OBEDECER ES EL PRECIO DEL ÉXITO: «Nunca se apartará de tu boca este libro de la Torá, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque en entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.» Josué 1:8

ES MEJOR QUE EL SACRIFICIO: «Samuel dijo: ‘Se complace el Eterno tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras del Eterno? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.» 1 Samuel 15:22

IMPORTANTE EN EL GOBIERNO DE D’S. «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi padre que está en los cielos.» Lucas 8:21.

EZEQUÍAS LO EXPERIMENTÓ Y TUVO ÉXITO: «Porque siguió al Señor, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que el Señor prescribió a Moshe.» 2 Reyes 18:6

Conclusión

Moshé, apunto de morir, mostró al pueblo la importancia que tiene la obediencia a la Torá. Los principios enseñados aseguran éxito. Desde el momento en que se escribió esta parasha, y hasta nuestros días, los principios que enseña tienen plena vigencia, porque son Eternos. Ciertamente, los tiempos actuales son turbulentos y muy inciertos, pero las palabras dictadas por Moshé, de bendita memoria, dan dirección para cruzar por tierras extrañas y peligrosas sin sufrir daño alguno: pornografía, violencia, inmoralidad, plagas, hambre. Nuestro Elohim es justo y recto y la corrupción no tiene nada que ver con Él, tampoco con los suyos.

¡Shabbat Shalom!

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