La ersponsabilidad del varón casado

Éxodo 21:1 Y éstos son los juicios que expondrás ante ellos:

Shemot 21:1 Ve’eleh hamishpatim asher tasim lifneyhem.
Este sábado se le conoce como: shabbath shekalim, es previó al Rosh Jodesh -luna nueva o mejor escrito, renovada- del mes de Adar, corresponde adicionalmente a la perashát una lectura especial de Shemot 30:11-16, que nuestros sabios instituyeron en recordatorio de la mitzva -mandamiento- del majatzit hashekel, que era una moneda equivalente a medio siclo de plata – aproximadamente 10gr de plata pura-, que los hijos de Israel estaban obligados a dar para el korbán hatamid; es decir, el sacrificio diario que se ofrecía en el Bet Hamikdash -Santo Templo-, este dinero que se recababa un mes antes, serviría para los sacrificios a partir del mes de Nisán. La mencionada lectura se realiza en recordatorio de este hecho.
Esta semana la lectura correspondiente es: Mishpatim, la podríamos traducir como: juicios, ya que su raíz es la palabra hebrea: Shafat que significa:juicio, podemos ver que de suyo nos habla del establecimiento de ese orden que desea el Eterno para su pueblo.

Según la tradición, los mishpatim regulan la relación del hombre con el hombre, no obstante de que no estuvieran escritos, el hombre por naturaleza los debería de seguir.
Es precisamente en esta perashát que habla de tres de las principales obligaciones de todo hombre, cuando funge su papel como marido. Destinaré este espacio para hablar de la «responsabilidad del varón casado».

Hoy en día, es evidente el descrédito que tiene el matrimonio, se ha dado por llamarle: «la base de la sociedad», aunque a simple vista pareciera un problema de dos; es decir, del comportamiento tanto del hombre como de la mujer. La problemática que presenta es mucho más compleja que esto, además de la educación recibida, el carácter de cada cónyuge, su idiosincrasia, así como los modelos que recibieron en cuanto a su papel en el matrimonio, existen factores externos que influyen en él, como su desenvolvimiento social, así como los nuevos moldes del matrimonio que se presentan en los diversos medios de comunicación.

Haciendo un rápido recuento de los factores que llevan al fracaso al hombre en el matrimonio, podría citar: la insensibilidad a las necesidades de su mujer, su incapacidad de proveer material, espiritual y moralmente a su familia, la irresponsabilidad de no afrontar sus obligaciones, así como la delegación de ellas a la esposa y, por supuesto, su nula participación en la educación de los hijos, éstas por citar algunas.

En el caso de la mujer, se comienza con su incapacidad de transmitir a sus hijos varones, el cambio que ellos deben hacer cuando les toque ejercer el matrimonio, se critica el machismo en los hombres, siendo en gran medida las mujeres las que lo estimulan desde la educación a sus hijos, -gracias a D-os no todas-, la diferenciación que hacen en cuanto a la educación del hijo con respecto a la hija, así mismo se ve sumergida en un círculo vicioso de asumir responsabilidades que serían propias del marido, pero por causa de no llevarlas él, ellas las toman, provocando con ello un desorden en el liderazgo del matrimonio. Todo lo anterior sin contar el cada vez más frecuente descuido de su familia, dado que sale a trabajar para buscar una mejor condición económica, dejándole a otros el papel de madre que a ella le corresponde. En fin, podría citar más. Analicemos los factores externos.

«Antes los matrimonios duraban más», es una frase sabida por todos, ¿Por qué? Bueno porque en la actualidad las estadísticas marcan que en los primeros dos años, de cada 5 matrimonios dos se divorcian, lo que ha llevado a una cifra alarmante. Recientemente leí un informe del Instituto Mexicano de Geografía y Estadística, del año 2000, era mayor el número de solteros y divorciados de edades entre 35 y 45 que el de casados. No en balde, la industria floreciente de citas rápidas que tienen por objetivo acercar los medios para que se conozcan los solteros y por supuesto los divorciados.

Como sabemos de sobra, la mujer actual no aguanta lo mismo que nuestras madres y nuestras abuelas o bisabuelas, la pregunta sería: ¿Es acaso que los hombres de antes eran mejores? La respuesta a mi juicio sería que no, lo que sucede es que anteriormente la mujer sabía que sería su destino permanecer unida a su marido pasara lo que pasara. Eso me hace recordar una película mexicana de hace algunos años en donde la esposa después que le informaron que su marido tenía varias casas «chicas», es decir, amantes que mantenía aun con hijos, la mujer decía: «a mí no me importa con tal de que me mantenga y que esté a mi lado, yo siempre sabré que soy la esposa, fuera de aquí que haga lo que quiera». Esa frase reflejaba el pensamiento de la mujer de hace algunas décadas; pero, ¿qué pasa ahora?, al contrario que hace algún tiempo, la mujer, ya se prepara, estudia, trabaja, y esto le ha dado un poder que antes no tenía; es decir, ya tiene dinero, lo que le da cierta seguridad,  se compra la ropa que a ella le gusta, en su trabajo tiene un círculo de compañeros que influencian sobre sus pensamientos, existe una competencia en lo material que ha provocado que se anhele tener lo que el otro tiene, ya no le pide permiso a su marido y hace lo que le venga en gana, y está decidida en muchos casos a pagarle con la misma moneda; cuando se da cuenta que el hombre lo «único» que le da es dinero, prefiere no servirle de sirvienta, así como no darle cuentas, y opta por un camino sola, camino que antes era mal visto, pero que ahora ya se está volviendo lo normal.

Tal vez ahora estarías pensando: ¡Eso no sucede en mi congregación!Francamente yo no estaría tan seguro, después de los casos que me ha tocado aconsejar y sobre todo vivir de cerca, me da muestras que en las congregaciones de creyentes esta situación tiene un factor que los sujeta: que es su consciencia de la voluntad del Eterno; sin duda, nos encaminamos a una importante crisis de las familias de creyentes por influencia del mundo en que vivimos.

El hecho de que «antes», los matrimonios duraran más, no era garantía de que fueran felices, ¿Verdad? Y en realidad es ahí en donde nos encontramos el meollo del asunto, es decir: » Detrás del matrimonio, lo que buscan tanto el hombre como la mujer es alcanzar su felicidad». No cabe duda que la enseñanza de las Sagradas Escrituras es muy lógica:
Eclesiastés 4:9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. 11También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? 12Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

No cabe duda, el matrimonio es una institución que estuvo en la voluntad de Hashem crear, y desde Adam -Adan- y Javá -Eva-, nos muestra el Eterno su voluntad para nosotros, pero, ¿por qué es tan difícil la relación matrimonial? Es una pregunta que tiene más de una respuesta, pero en gran medida se debe a la ignorancia del rol que le corresponde tanto a uno como a otro cónyuge. Se estudia alrededor de 5 años para ejercer una profesión, y en algunos casos más, y para el matrimonio, ¿cuánto tiempo estudiamos? si bien nos va, una o más sesiones de consejería previas al matrimonio, y lo peor, con malos ejemplos de los matrimonios en nuestro entorno.

Siempre me gusta preguntar a los que se van a casar: ¿Como qué matrimonio de los que conoces te gustaría ser? Y es triste ver la cara de los novios, pues refleja una cruda realidad, no hay parejas que muestren un genuino ejemplo del matrimonio feliz, y aún voy más allá diciéndoles: «El verdadero reto del matrimonio está en dar una muestra del éxito que todos piensan tener cuando son novios, pero este se demostrará cuando se tengan hijos y se les pregunte: ¿Como qué matrimonio te gustaría tener? Y ellos respondan: como el de mis padres». Únicamente ahí se darán cuenta si han triunfado, no nada más en el hecho de seguir unidos, sino sobre todo, en que esa unión dé muestras de una verdadera felicidad, y no de una actuación social.

Lo triste de esta crisis matrimonial, lo encontramos en la gente con conocimiento en las Escrituras que no han tenido la contundencia necesaria para transmitir el conocimiento de los roles del esposo y de la esposa dentro del matrimonio, lo que ha desembocado en un desorden matrimonial, y aunque este tema, sería motivo de varios libros, no quiero dejar pasar la oportunidad para servirme de la enseñanza que nos brinda esta perasháh al respecto de tres de las obligaciones básicas del varón dentro del matrimonio. Leamos el pasuk -versículo- que nos ilustrará al respecto:
Éxodo 21:10 Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal.

Este versículo que reglamenta tres de las principales obligaciones que le corresponden al hombre, viene acompañada por un tema controversial: la poligamia; es decir, el hecho de que un hombre tome para sí más de una mujer como esposa. Este tema con el avance de la civilización, ha sido controversial, sobre todo cuando las principales civilizaciones se adscribieron al uso y la costumbre de la monogamia; es decir, a la relación únicamente de un hombre y de una mujer. Es por todos sabidos que en los tiempos Escriturales era permitida la poligamia, ejemplos como Yaakob el patriarca, los reyes de Jerusalén que se registran en 1ra. y 2da. de Samuel y 1 de Reyes, en donde vemos a un David o un Salomón con varias esposas, pero cuando llegamos al Brit Jadasha -Pacto Renovado- se censura este proceder, sobre todo en el liderazgo, como lo leemos en los siguiente pasukim – versículos-:
1 Timoteo 3:2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible,marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;

1 Timoteo 3:12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.

Tito 1:5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; 6 el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía.

Conforme avanzó la civilización y sobre todo el dominio católico romano, el judaísmo se vio en la necesidad de abstenerse de esas prácticas sobre todo en los países dominados por el catolicismo; sin embargo, siguió en uso en los países gobernados por musulmanes. Al llegar a la edad media, se dictaminó, por medio de líderes religiosos judíos como el Rabino Guershom Meor-Hagola -«la luz del Exilio»- (960- Mainz 1028) que contra todo precedente rabínico, impone la monogamia como única forma de matrimonio judío, so pena de excomunión. Es entonces cuando el judaísmo hasta nuestros días sigue esa regla.

¿Cuál es lo correcto: la monogamia o la poligamia? No cabe duda, lo correcto es la monogamia, tal y como lo vemos en el ejemplo de Adam y Javá (Génesis 2), el primer matrimonio conocido, y no sólo lo vemos en ellos, sino que a lo largo de las Escrituras nos muestra muchísimos ejemplos, sólo por citar otros dos importantes: Yitzjak – Isaac- y Ribka -Rebeca- (Génesis 24) siendo este matrimonio importante, porque es Yitzjak una figura del mismísimo Mesías, él cual cumplió con la monogamia y ha representado un ejemplo destacable de un marido con una sola mujer; y qué decir del ejemplo que nos pone Hashem, quien ha tomado a Israel, nuestro pueblo, como su esposa, y se ha mantenido fiel hasta nuestros días, tal y como lo encontramos a lo largo de las Sagradas Escrituras (Romanos 11), adicionalmente, es necesario recordar que en la mayoría de países, es un delito la poligamia, lo que provoca automáticamente al cometerla, no sujetarse a las autoridades, y por lo tanto, estar en contra de lo establecido por D-os (Romanos 13:2). Con todo lo anterior, sería ofensivo hacernos de la vista gorda al respecto de lo que narra la Biblia en cuestión de este tema, y les ruego tomen en cuenta la consideración siguiente para sus reflexiones: «nunca fue la voluntad de Hashem la poligamia; sin embargo porque sabía que ocurriría, la legisló», y máxime que se presentó en una etapa histórica, en donde la reproducción del hombre, era vital para su supervivencia. No es mi intención ofender sensibilidades, pero es menester de todo maestro de la Palabra, enseñar lo escrito, aunque les confieso, que hay temas que preferiría no abordar.

Regresando al versículo de Éxodo 21:10, nos encontramos con tres de las principales funciones del varón dentro del matrimonio:
Éxodo 21:10 Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal.

Shemot 21:10 Im ajeret yikaj lo she´erah ksutá ve´onatah lo yigra.

  1. Proveer el alimento.
  2. Proveer el vestido.
  3. Cumplir con el deber conyugal.

1. Proveer Alimento
Al español, la palabra que tradujeron como: «alimento», en hebreo es: She´erah, cuya palabra sin tiempo ni tono es: She´er -Shin, alef y resh-, esta palabra hace alusión a: la proximidad de la carne, y por ello muchas veces lo traducen como: «pariente», es decir algo próximo por la carne como lo vemos en Levítico 18:6, 12,13, por citar algunos, por ello se usó tal palabra para denotar lo que sustenta a la carne, aunque en otras ocasiones se traduce como: «carne» -Salmos 73:26; 78:20,27-, utilizaron: «alimento» por no encontrar alguna palabra al español que perfectamente lo denotara. Con lo anterior, conozcamos que es una obligación del marido, y no de la mujer, proveer ese sustento para su familia.

Debemos entender que la obligación es primeramente para con su esposa y desde luego posteriormente para con sus hijos, podría ir más allá del alimento, ya que lo que sustenta a su carne es, además, del alimento, todo lo relacionado a su salud, es decir, los servicios médicos que por supuesto garantizarán que su ser se preserve, y adicionalmente a ello, todo lo referente a la conservación de su belleza.

Tantos hombres que se quejan de que sus mujeres no se arreglan para ellos, ¿pero, cuando han proveído en esa área? Así que, es menester del hombre proveer todo lo que tenga que ver con la carne de su esposa.

2. Proveer el Vestido
En el hebreo: Qsutah, y sin tono ni modo el sustantivo: Qsut -Qof, samej, vau y tet- cuya raíz es el vocablo hebreo: Qasah, que nos habla de cubrir algo, como le veremos en el siguiente pasuk, que por cierto en el TaNaJ hebreo se encuentra en el verso 26, precisamente en esta perasháh:
Éxodo 22:27 (26) Porque sólo eso es su cubierta -qsutoh-, es su vestido -simlato- para cubrir -le´oro- su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso.

De ahí que todo lo que tenga que ver con cubrir el cuerpo de la mujer, es responsabilidad del hombre. Y ahora te pregunto: ¿Hace cuánto tiempo no le has comprado alguna prenda de vestir a tu esposa? Date cuenta, que no basta con darle dinero, sino que debemos estar al pendiente de sus necesidades de vestido. ¿Cuánto tiempo tiene que no le das dinero para que ella se compre ropa? Reconócelo varón, si nunca le has comprado una par de zapatos, o una falda, o un vestido, y ella ha tenido que arañar del gasto para vestirse, no estas cumpliendo con tu parte, es tu obligación ver por el bienestar de ella en todo lo que tenga que ver con su vestimenta.

3. Cumplir con el Deber Conyugal
La frase: «deber conyugal» se traduce del vocablo hebreo: Onatah, que hace referencia al placer físico que requiere la mujer, esta responsabilidad, verdaderamente para el tiempo en que fue escrito el Jumash -los cinco libros de Moshé- era completamente revolucionario.

Debemos reconocer que la intimidad física contrario a lo que enseñan algunas religiones, no es nada más para reproducción, sino que el Eterno lo dio como un placer o un regalo que se disfrutaría a lo largo de la vida en el matrimonio; según los sabios, el día más propicio, sería justamente: el Shabath, día en el que la santidad de Hashem está más presente que el resto de los días, tal cual lo vemos escrito en Isaías 58:13. Y si bien, es una mitzva -mandamiento- la reproducción, la lógica es que llegará un momento en la edad de la mujer que ya no será posible reproducirse, ¿qué sucede después? Bueno, de acuerdo a lo aquí escrito, el hombre y la mujer seguirán disfrutando del placer de la intimidad dentro del matrimonio.

Cabe mencionar que es el hombre primeramente el que tiene la obligación de darle satisfacción sexual a su mujer, y el hecho de que se adscriba a ello, verá que disfrutará de la recompensa que el Eterno le dará por seguir su voluntad. Quiero aclarar, que si existen mujeres que se cohíben con sus esposos cuando están en la intimidad, es obligación de ellos, instruirlas, encausarlas, y sobre todo, lograr que ellas lo disfruten, ya que a final de cuentas, el disfrute de la sexualidad dentro del matrimonio, es lo que nos hace diferente a los animales. Debemos darnos cuanta que en las Escrituras, la instrucción que recibimos es para que nosotros seamos «hombres» en toda la extensión de la palabra; así que, pregúntale a tu esposa si en verdad cuando terminas con la intimidad, ella se queda satisfecha, ya que esto varón: es tu obligación.

En el Brit Jadasha, el hombre mejor preparado en el judaísmo, es decir el rabino Shaul conocido como Pablo, fue enviado a los gentiles primordialmente. ¿Por qué? Pues debido a que era el hombre suficientemente preparado para transmitir la judeidad de nuestro Mesías, así como las prácticas que conllevaba, y él enseño al respecto:
1 Corintios 7:3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido

Dándonos con ello a entender que ese deber, no se debería omitir a lo largo de los años del matrimonio. Si yo estuviera en lo incorrecto, por supuesto que debería encontrarse en la Torah -lit. instrucción- una condicionante, es decir: «hasta que tuvieran la posibilidad de tener hijos», lo que conllevaría al hecho de que cuando una mujer perdiera su fertilidad, ya no debería tener relaciones íntimas, situación que no se encuentra respaldada en las Escrituras, y no así en los dogmas de algunas religiones, por lo que es necesario conocer, que las relaciones íntimas no nada más son para procreación, sino sobre todo un placer dado por Hashem para los matrimonios.

Contrario a lo que se pudiera pensar, la Biblia es un libro con muchas alusiones al placer sexual, y me gustaría dejarles de tarea a los matrimonios, que juntos lean el libro de Shir Hashirim, es decir Cantar de los Cantares, y se inmiscuyan en la belleza no nada más del lenguaje, sino aun, en lo patente del disfrute de la pareja.

Conclusión

No cabe duda que como varones tenemos un reto: el no seguir con los esquemas tradicionales de los hombres, cambiando nuestra actuación, dándole oportunidad al Eterno de transformar nuestra manera de pensar, y sobre todo, actuando, no olvidando que en nuestras manos tenemos a niños que en un futuro serán esposos, depende en gran medida de nuestra instrucción y ejemplo, la felicidad que ellos alcanzarán en esa tarea tan importante de su vida: la del matrimonio.

Un individuo pasa aproximadamente 8 horas trabajando, y si le sumamos 2 para transportarnos, restarían 14 horas para compartir con la esposa, y a pesar de que pongas en primer lugar a los hijos, date cuenta que es un gran error, primero debemos pensar en compartir con la esposa, edificar nuestra relación, la comunicación, nuestros intereses en común, y ambos procurar por el bienestar de la familia. Ruego al Eterno que nos dé sabiduría a los varones para cumplir con nuestro papel honrosamente.

¡Shabat shalom!

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