La voz del desierto

Esta porción de la Torah tiene como escenario el desierto tal y como es llamada. También es conocida como Sefer Hapekudim –libro de los números-, dado que este libro narra dos censos. Este evento transcurrió después de haber andado en el desierto dos años, según nuestros sabios, agregando mas específicamente que al término del Mishkan paso un mes para esto sucediera, en el mes de Iyar.

El desierto ha sido el lugar de grandes eventos en la vida judía, uno de ellos, la ruta a la libertad. Este lugar nos pone en el centro de la conciencia de lo venerable, de lo dependiente de la comodidades, en el desierto aprendimos a depender del Eterno, comprendimos que Él tiene la capacidad para darnos todo abundantemente y con poderío.
En el desierto tuvimos el gran honor de recibir la Torah y ahí se escuchó la voz, una voz que fue estruendosa; según nuestros sabios, su sonido atemorizó a las naciones que creyeron que una vez mas se acercaba el mabul / diluvio.
Imaginemos un poco, el monte Sinaí estaba en obscuridad y no era de noche, había relámpago, truenos, los montes cercanos temblaban como corderitos, y se escuchaba una voz, como un sonido de grandes aguas, creo que es suficiente como imaginar que un mabul estaba próximo.
En el desierto inició el poema de la libertad en forma de zarza ardiendo, Mosheh rabeinu –nuestro rabino- fue el testigo, esa voz se siguió escuchando una y otra vez, dándonos instrucciones.

Imaginen el siguiente cuadro: monte Sinaí, 9 am, día asoleado, día hermoso, es entregada la Torah.
¿Por qué se entregó la Torah entre oscuridad y tempestad?
Comentan nuestros Sabios que la Torah se debe cumplir con ímpetu, con vigor, con todas tus fuerzas, en otras palabras con poder de voz, con la oscuridad de la protección de las alas del Omnipotente, con la luz penetrante de un relámpago y con el impacto de un trueno.
El desierto fue testigo de nuestro mal proceder, de nuestra ingratitud, de nuestra oposición ante el Creador, quisimos defender nuestros deleites, nos opusimos una y otra vez hasta sumar diez. Diez veces, casi nos cuesta desaparecer del planeta. Sin embargo ¿qué hemos aprendido de esto? ¿No acaso seguimos definiéndonos de lo mismo? ¿El amor esporádico que le demostramos al Eterno no es una muestra?
El desierto fue testigo aun de que nuestro sustento provenía de los cielos, fue nuestra tumba por cuarenta años, fue nuestra aflicción, fue la búsqueda del contenido de nuestro corazón; fue nuestra prueba de cuanto llegaría a valer, pero aun así, ese grande y terrible desierto, lleno de peligros, no pudo desgastar los calzados, ni la ropa.

Desde aquel entonces el desierto ha ido el aliado perfecto en muchos acontecimientos de grandes figuras, como el mismo David hamélej –el rey-, a quien le ofreció refugio de la persecución de Shaul hamélej. Pareciera quedarse con la consigna de protector, desde que esa voz salió de él.
Entre tanta dureza y sequedad nos hubiéramos transformado en algo hermoso, lo que trae a mi mente esa porción de Cantares que narra lo siguiente: ¿Quién es esta que sale del desierto como columnita de humo sahumada de mirra, de incienso de todo polvo aromático? (Cantares 3:6).

El desierto fue poema para nuestra vida, en Cantares dibuja un hermoso cuadro, veamos:
Shir hashirim (Cnt) 8:5 ¿Quién es esta que sube del desierto, recostada sobre su amado?

Sí, el desierto nos convirtió en una hermosa novia y por eso se permitió escuchar la voz en el desierto. Nos habló a nuestro corazón en nuestra dureza, como lo seguirá haciendo en cada momento de nuestro extravió como lo cita:
Hoshea’ (Oseas) 2:13,14 Y visitaré sobre ella los tiempos de los ba’ales, a los cuales incensaba y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, e iba tras sus amantes olvidada de mi, dice el Eterno. Empero he aquí, yo la induciré y la llevare al desierto y le hablare a su corazón.

En el desierto recibimos todo, y a cambio nunca dimos nada; ni obediencia, en boca del profeta Amos nos deja una pregunta el Eterno:
‘Amos 5:25 ¿Me ofreciste sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años oh casa de Israel?

El desierto nos deja oír una vez mas, la voz que alguna vez salió para nosotros, esa voz de vida impregnada en la Torah, esa voz la delegó a muchos y le puso pies, pies hermosos que llevan un mensaje que llevan verdad, hombres y mujeres llenos de honor, conocimiento y temor. Personajes investidos como grandes heraldos llenos de poder y convicción. Hombres que anuncian a un Elokim poderoso, personajes erguidos, orgullosos de ser hijos del Altísimo, que redimen el tiempo, nunca lo pierden. Personajes que te llaman para que retornes a tus raíces, para que esa voz sea en tu boca y transmitan la vida.
El desierto nos llama a ser únicos, como una hermosa visión en toda esa soledad, una visión que da vida, que sustenta. La Voz del desierto nos invita a ser uno, único, un ejad, a tomar posición en la vida. A ser protagonistas, ser objeto del censo del Padre de los cielos.
Deja que tus actos buenos conforme a la Torah, permitan que tu nombre este en el libro de la contabilidad de los que están en shalom con el Eterno.
La voz en el desierto es un recuerdo tan poderoso que da vida, que trae a memoria nuestras faltas, nuestras vergüenzas, pero a la vez nos trae el amor del Bendito sea Su Nombre.

Pongamos atención porque esa voz sigue saliendo, con el poder necesario para transformar, deja de distraerte, pensando en las ollas de los caldos de Egipto, aquí tienes alimentos mejores, deja de hacerle caso a la voz del cansancio, escucha la voz del vigor, pon atención porque muy probablemente esa voz trabajó en alguien, para que el día de hoy simplemente llegue a ti.
Acuérdate que el desierto puede llegar a significar amparo, como lo fue para David hamélej. En el desierto se encuentra tu identidad, como tu alma, tu espíritu y tu cuerpo, déjalos sentir la austeridad de lo material, déjalos sentir la dependencia del Elohim vivo, siente como esto te tranquiliza, te llega al corazón, dando permiso a las razones para actuar y no a la emociones. Pero si quieres emociones solamente, no vallas al desierto, ve al bullicio, donde muchas voces se dejan oír creando la confusión mas grande, la cual te llevará al error.

Cerca esta el tiempo de Shavu’ot –Fiesta de la semanas-, que nos traerá recuerdos del primer amor. Busca ese momento, entra a la jupah (palio nupcial), cásate de nuevo con el Eterno, Él te aceptará. Cierra los ojos, que de nuevo te encontrarás en el desierto, en el monte, con el fuego, los relámpagos, los truenos; y claro, con la Voz que se escuchó en el desierto, escucha este año qué te quiere decir, cierra tus ojos y abre tu corazón, deja entrar la Voz que se escuchó en el desierto.

Shabat shalom!

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