Suposiciones

[dropcap]I[/dropcap]magina que te encuentras en la Bet kneset, y llegaste lo suficientemente temprano para poder disfrutar de un té o quizá un café antes de que comiencen los servicios. En ese momento suena el timbre y alguien se dirige a ver quién es.
Vagamente oyes como se abre la puerta y acto seguido algunos saludos mutuos, por lo que deduces que se trata de alguien de la kehilah. Escuchas los pasos en la escalera acercándose cada vez más; y finalmente entra la persona que había tocado. Una vez dentro comienzan los saludos y por alguna extraña razón, esta persona no te saluda; entonces tú mente empieza a maquinar un sinfín de razones por las cuales esta persona evitó saludarte y un sentimiento poco agradable te nace hacia ella o él.

¿Cuántas veces ha pasado esto en tu vida?
Ya sea por el saludo, por alguna palabra o algún gesto que recibiste de alguien más, piensas que lo hizo con la intención de molestarte, única y exclusivamente a ti.

En la perashah Vaiesheb tenemos un ejemplo similar, donde el personaje implicado es Iosef ben Ia’akob. Para verlo, leamos un poco de la vida de este varón:
Bereshit [Gn] 30:22-24 Entonces se acordó Elokim de Rajel. La escuchó y le dio hijos.
Ella concibió y dio a luz un hijo, y dijo: «Elokim ha quitado mi afrenta.»
Y llamó su nombre Iosef, diciendo: «¡HaShem me añada otro hijo!»
.

Como bien sabemos, Iosef fue dado a luz por Rajel, la amada de patriarca Ia’akob, lo cual daría una razón de peso a la relación padre e hijo entre él y Iosef. Leamos:
Bereshit [Gn] 37:3 Israel amaba a Iosef más que a todos sus otros hijos porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica de diversos colores.

Algo que atrapa mi atención en la vida de los patriarcas, son los eventos similares que ellos vivieron.
Por ejemplo, la esterilidad que sufrieron nuestras matriarcas, la hambruna en la tierra donde vivían; cuando fueron tomadas sus esposas; y en este caso, la preferencia hacia un hijo.
Aun cuando nuestro padre Yaakob pasó por esta situación [ser el favorito de uno de sus padres], él hace lo mismo con Yosef, a todas luces se puede apreciar a él como su predilecto, basta con recordar el regalo que le hace.
No obstante que en la Torah se aclara una de las razones del amor de Yaakob para con Yosef, ya hemos visto que no es muy sano el tener una preferencia hacia un hijo, si estos viven bajo el mismo techo; y la vida de Yosef es un claro ejemplo del porqué.
El hecho de que ese favoritismo fuera muy marcado, aun cuando sus hermanos estuvieran presentes, despertó en ellos la envidia, sentimiento que a la postre los orilló al odio, a la mentira y finalmente a querer asesinarlo.
Bereshit [Gn] 37:4 Al ver sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos, le aborrecían y no podían hablarle pacíficamente.

Con esta información logramos obtener un punto clave, la envidia que existía entre nuestros Príncipes.
Ahora leamos los versos que nos sirven de base está ocasión:
Bereshit [Gn] 37:5-8 Yosef tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos, quienes llegaron a aborrecerle todavía más.
Les dijo: —Por favor, escuchen lo que he soñado:
He aquí que atábamos gavillas en medio del campo. Y mi gavilla se levantaba y se mantenía erguida, mientras que sus gavillas la rodeaban y se inclinaban ante la mía.
Sus hermanos le respondieron: — ¿Has de reinar tú sobre nosotros y nos has de dominar? Y le aborrecieron todavía más a causa de sus sueños y de sus palabras
.

Aquí podemos hacer la primera pregunta, si Yosef ya tenía problemas con sus hermanos, ¿por qué relató su sueño estando ellos presentes? Bien pudo haberle dicho solo a su padre y así evitar agravar las cosas entre ellos; ya que como leímos, bastó únicamente el decirles que había soñado, para que sus hermanos sintieran ese odio hacia él. Con esto podemos deducir dos cosas:
1 – Yosef tenía la intención de provocar a sus hermanos al contarles su sueño.
2 – Tal fue la emoción de Yosef al tener dicho sueño, que quiso compartirlo con su familia.

Consideremos el segundo sueño que Yosef tiene:
Bereshit [Gn] 37:9-11 Entonces tuvo otro sueño y lo contó a sus hermanos, diciendo: —He aquí, he tenido otro sueño: que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.
Él contó este sueño a su padre y a sus hermanos, pero su padre le reprendió diciendo: — ¿Qué sueño es éste que has tenido? ¿Hemos de venir yo, tu madre y tus hermanos a postrarnos a tierra ante ti?
Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre guardaba en mente el asunto
.

En este episodio encontramos un factor adicional, el hecho de que su papá le haya llamado la atención.
Entonces preguntamos: ¿Yosef contaba sus sueños por provocar a sus hermanos, o por querer compartirles su experiencia?
Basándonos en el título que se le da a nuestro príncipe de «Yosef hatzadik» [el recto], ¿cuál sería nuestra respuesta?
Para ello consideremos que no fue una, sino dos ocasiones que lo hizo.
Algunos Maestros consideran que la intención de Yosef era el presumir su condición, pues era el hijo de la amada, el favorito de nuestro padre y quien tenía sueños de revelación.

El fin al que quiero llegar no es si hizo lo correcto al contarles o no, sino el ver la enseñanza que el trasfondo nos deja.
Volvamos a la historia inicial y añadamos algunos puntos: La persona que llega a la Bet hakneset es Yosef; y el no saludarte lo cambiamos por el hecho de que te comparte su sueño; y tú eres el hermano de Yosef quien escucha el relato.
Para nuestro estudio debemos considerar algo importante y ¿qué es?, Yosef nunca les da la interpretación de su sueño, ellos mismos lo interpretan.
Ahora unamos ambas ideas.
¿En cuántas ocasiones alguien de tu comunidad hace algo que a tu parecer es un ataque directo a tu persona?
Los hermanos de Yosef lo interpretaron así, queriendo decir por ejemplo: «No te basta ser el favorito de nuestro padre, sino que ahora estarás por encima se nosotros».
Y ese es el error que muchas veces cometemos, especulamos que las acciones o dichos de alguien más, son para ofendernos o molestarnos a nosotros.
¿Cuántos sinsabores podemos evitarnos quitando esta mentalidad de nuestras personas?

Otro ejemplo lo tenemos con Shaul hamélej, quien también cayó en esto:
Shmuel alef [1Sa] 18:5-9 Y salía David a dondequiera que Shaul le enviaba, y se portaba prudentemente, por tanto Shaul lo puso al mando de los hombres de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los criados de Shaul.
Y aconteció que cuando ellos volvían, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel a recibir al rey Shaul cantando y danzando con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.
Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Shaul mató a sus miles, y David a sus diez miles.
Y se enojó Shaul en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.
Y desde aquel día Shaul miró con malos ojos a David
.

Hechos como estos demostrarán nuestra madurez y dominio propio, ya que si caemos en ello, serán nuestros sentimientos los que nos orillen a interpretar o a decidir diversos eventos en nuestra vida.
Consideremos a Shaul, quien a la postre buscaba la muerte de David, tal vez por suponer que quería usurpar su trono.
El hecho de pensar que todo lo que los demás hacen es para ofendernos o molestarnos, es ser demasiado egocéntricos y creer que el mundo gira en torno nuestro, cuando la verdad es que muchas veces no somos ni tomados en cuenta.

La próxima vez que no te saluden o pienses que te están haciendo una mala cara, piensa un momento y reflexiona, probablemente lo están haciendo sin pensar o sin intención, simplemente su mente se encuentre ocupada en otras cosas.
No especules de más, no supongas cosas que no son.

Jazak ubaruj!

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