Loor compartido

Las mitzvot de las primicias son eventos que se debían de realizar de manera alegre.
Las grandes bendiciones que se recibían se convertían en fiesta, donde era compartido con un sector vulnerable de la nación.

Esta acción de un hombre, probablemente generaba satisfacción a muchos. La comida, la bebida, eran elementos que llegaban a generar cantos, acompañados de la música.
En ese día, todas las diferencias sociales desaparecían, todos comían de lo mismo, bebían de lo mismo, cantaban lo mismo, eran uno solo. Y el único motivo era el cumplimiento de estas mitzvot.

Estas mitzvot, en su misma orden, pretendían ser obedecidas de una manera diferente. Quería que se envolvieran en un rango de fiesta, donde su corazón y su alma lo desearan.

Imaginen al hombre que va a cumplir con este mandato. Entrega sus primicias y su ma’aser, y lo tiene que disfrutar en Jerusalén, con el levita con el converso, con la viuda y con el huérfano.
Este hombre obediente, seguramente tiene un buen corazón, y quizás se conmueve con estas clases sociales [Debarim 26:16]. Experimenta una sensación confortante de equilibrio, al poder compartir con ellos buenos alimentos, porque son del gusto de aquel que lleva las primicias.

¿Quién no se conmueve de la condición social de estos seres humanos?
La viuda, el huérfano y el converso estaban en una situación económica incomoda. Sin embargo, sabían que el Eterno bendecía a otros con abundancia. Al encontrarse comiendo y bebiendo disfrutando, tenían en su conciencia, el momento que estaban viviendo, gracias al mandato del Eterno.
Podríamos imaginar que estos hombres, mujeres jóvenes y niños, cantaban alabando el nombre del Eterno y el de aquel hombre que había decidido cumplir con este precepto. Y no solamente eso, sino que estaban feliz, compartiendo, obedeciendo.

Al final de esto, el mismo Eterno manda a aquel hombre, después de haber cumplido esta mitzvah; lleve a cabo una confesión, donde exprese que ha cumplido [Debarim 26:12].
Como si se presentara ante el Creador y le dijera de manera honrosa: ¡He cumplido Padre! Sintiéndose orgulloso, pleno de haber experimentado este mandato.

El obedecer estos mandamientos, traerá al pueblo distinción [Debarim 26:18]. Una distinción que coloca muy en alto a nuestro pueblo.
Esta sensación que deja al hombre que va a dar su ma’aser y compartir, nos da un monto de didáctica, que nos genera un proceso de experimentación en algo concreto. Pero que claramente se debe de transpolar a cada uno de los mandamientos que el Eterno nos manda. Todos, en cada uno de ellos se debe de experimentar la misma sensación.

Todas las órdenes del Eterno nos deben colocar alto, muy alto.
Nuestro pueblo, aunque muchos han querido destruirlo, desaparecerlo, enterrarlo, quemarlo, ahogarlo; y sin embargo, nuestro pueblo se vuelve a levantar, se vuelve a poner en lo alto.

Quizá nuestra obediencia no ha sido suficiente, pero por aquellos grandes hombre, santos, sabios, obedientes, y claro por la misericordia del Eterno nuestro pueblo ha permanecido.

La Torah nos muestra que existen tres ingredientes que se obtienen de esta obediencia hacia los mitzvot. Veamos:

Debarim / Deuteronomio 26:19 Y para ponerte alto sobre todas las gentes que hizo para loor, y fama, y gloria: y para que seas pueblo santo al Eterno tu Elohim, como Él ha dicho.

¿Cuáles son?:

1.- Loor (Tehilah)
2.- Fama (Shem)
3.- Gloria (Tifaret)

Hoy solo quiero y puedo hablarles del primero.

La expresión loor viene directamente del latín laus, que puede significar elogio, estimación.
Tiene el matiz de canto que engrandece a alguien o algo enunciando en privado, o públicamente afirmaciones positivas.

La raíz hebrea que aparece aquí es tehilah, que acentúa al acto de alabar alegremente, enunciando un evento poderoso.

¿Cómo podemos tener esto en nuestra persona?

A simple vista es sencillo, ¡alegrarse porque existen los juicios del Eterno!:

Tehilim / Salmos 48:10,11 Conforme a Tu Nombre, ¡oh! Elohim, así es Tu loor hasta los fines de la tierra: de justicia está llena Tu diestra. Alegrarse a el monte de Sion: regocijarse han las hijas de Judá por Tus juicios.

Tenemos que reconocer que sus mandatos, sus criterios son motivo de nuestra alegría, esto suena así como: ¡Yo los obedezco con alegría!
Porque algunos lo obedecen por obligación. Y existe una gran diferencia entre una cosa y la otra. ¿No lo crees? Y tú ¿Cómo Le obedeces?

¿Eso será lo único? ¡No! Debemos de observar dos principios fundamentales: Temor al Eterno y entendimiento.

Tehilim / Salmos 111:10 El principio de la sabiduría es el temor del Eterno; entendimiento bueno es a todos los que guardan Sus mandamientos: Su loor permanece para siempre.

¿Con esto es suficiente? ¡No! Tenemos que permitir el descubrimiento de los estatutos del Eterno, tenemos que abrazarlos, vivirlos:

Tehilim / Salmos 119:171,172 Mis labios rebosarán loor, cuando me enseñares Tus estatutos. Hablará mi lengua Tus palabras; porque todos Tus mandamientos son justicia.

¿Ahora si, con todo esto lo obtenemos?
¡No! Se tiene que declarar que el loor o la alabanza, provienen del Eterno:

Iesha’iahu / Isaías 61:11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su simiente; así el Señor El Eterno hará brotar justicia y alabanza, delante de todas las naciones.

Ese reconocimiento debe de estar en nuestra boca:

Tehilim / Salmos 145:21 La alabanza del Eterno hablará mi boca; y bendiga toda carne Su Santo Nombre, por el siglo y para siempre.

Cumpliendo los mandamientos, ganándose los efectos que ellos traen, las naciones preguntarán quiénes somos nosotros. Y nosotros responderemos que somos los hijos del Altísimo:

Yrmiahu / Jeremías 33:9 Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza, y de gloria entre todas las naciones de la tierra, que oyeron todo el bien que yo les hago; y temerán, y temblarán de todo el bien, y de toda la paz, que yo les haré.

Con esta sensación seguramente saldrá de nuestro corazón lo siguiente:

Shemot / Éxodo 15:11 ¿Quién como Tú, oh Eterno? ¿Quién como Tú, magnífico en santidad, terrible en loores, hacedor de maravillas?

Pídele al Eterno con tu obediencia genuina, que te quite todo aquello que te confunde, que te detiene. Pídele que quite de ti, toda enfermedad. Pide que te cure, que te sane:

Yrmiahu / Jeremías 17:14 Sáname, ¡o! Eterno, y seré sano: sálvame, y seré salvo; porque Tú eres mi alabanza.

Conclusión:

¿Hasta cuándo tus hechos de obediencia y tu boca, dejarán de pronunciar loor al Eterno? Veamos:

Iesha’iahu / Isaías 62:5 al 7 Porque como el mancebo se casa con la virgen, se casarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Elohim tuyo. Sobre tus muros, ¡oh! Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche continuamente no callarán. Los que os acordáis del Eterno, no ceséis. Ni a él le deis vagar hasta que confirme, y hasta que ponga a Jerusalén en alabanza en la tierra.

¡Si! Nuestra función dejará de existir hasta que el Mashiaj venga. Hasta que la misma Jerusalén sea loada, alabada por su grandeza, por ser la casa del Gran Rey.

Shabat Shalom.

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