Rayos, Truenos y Relámpagos

¿Podría una persona sobrevivir a la descarga de un relámpago? Las estadísticas dicen que el 80% de las víctimas sí sobreviven, pero que un alto porcentaje de ellas tienen secuelas que se traducen en problemas psicológicos que van desde el miedo a las luces, hasta el permanecer al aire libre; y problemas fisiológicos como cataratas, quemaduras superficiales de la piel, problemas auditivos y pérdida de la memoria.
Los científicos no logran ponerse de acuerdo. Ya que mientras unos dicen que el rayo y el relámpago son sinónimos, otros afirman que la diferencia está en que el rayo es la descarga eléctrica que se produce de una nube hacia la tierra, y que el relámpago es la descarga eléctrica que se produce entre una nube a otra. El caso es que acompañado a ese resplandor vivísimo e instantáneo, casi siempre se escucha un gran estruendo que cimbra la tierra y es: el trueno.

De niña sentía miedo cada vez que escuchaba ese ¡boom!; pero no veía los relámpagos, porque nuestros padres nos resguardaban en casa para evitar cualquier incidente en los días de tormentas; solo salíamos a la escuela con nuestros impermeables evitando los paraguas para que estos no fueran receptores del fenómeno meteorológico llamado en hebreo: Barak.

Ya de adulta, aún me estremecía después de escuchar los truenos, hasta el momento en que vi en el sidur las berajot –bendiciones- correspondientes. Pero realmente tomé más conciencia al pronunciarlas, después de haber escuchado la conferencia de nuestro amado Roe Yoel shlita sobre el tema Barak. Fue entonces que comprendí porqué las criaturas de HaShem se estremecen y algunas hasta gritan luego de escuchar los truenos de los relámpagos. El recuerdo del mabul –diluvio- está en los genes.

Tehilim (Slm) 97:4 Sus destellos de luz alumbran al mundo; la tierra lo ve y tiembla.

Alguna vez vi una película en la que los personajes principales eran dos niños que vivían en un pequeño puerto. Una noche estaban en la playa cuando una tormenta los sorprendió y salieron corriendo a resguardarse tras unos arbustos; entonces logran ver con claridad la caída de un rayo en la arena y después, una figura cristalizada de muy bello aspecto. Yo no dudo que esto pudiera ocurrir. Pero es difícil de creer que uno de esos niños crece y siendo un adulto, se dedica a poner marcas con varas en la arena de la playa en las noches de tormentas en los lugares en donde “se supone” que deberían de caer los rayos; para luego sacar aquellas singulares figuras que posteriormente vende y lo convierten en un hombre exitoso. Yo vivo en un puerto y ¿si me dedico a ese negocio? Pensándolo bien mejor no ¿por qué voy a tentar a mi Elohim poniendo en riesgo mi vida?

Un día apareció en una de las redes sociales más populares, el comentario de un maestro egresado del Instituto Tecnológico del Mar de la carrera de Ingeniería en Acuacultura, en el que decía, empezaba a creer lo que un amigo le había dicho sobre el “poder” de una tecnología, que había desarrollado el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, para crear lluvias, tormentas y huracanes, por supuesto con sus respectivos relámpagos y truenos; y por si fuera poco los desviaban hacia el lugar que ellos elegían.

Inicialmente pensé que estaba bromeando, hasta que una persona que radica en California, muy orgullosa le responde: ¿Qué les pareció la lluvia que les mandamos desde acá? ¿Es suficiente o quieren más? Para colmo en esos días había llovido abundantemente en el Puerto, lo que aumentó las dudas del ingeniero. Consideré la ignorancia de ambos. Pero después sentí mucha pena porque no transcurrió ni una semana de sus comentarios, cuando el huracán Sandy que quedó registrado como el mayor de los huracanes que se tenga noticia y el segundo por el nivel de daños ocasionados, impactó mayormente en los Estados Unidos; tanto por la intensidad de los vientos, lluvias y nevadas, como por las enormes dimensiones del mismo al tocar tierra en las costas orientales del país vecino. Colapsando también la bolsa de valores más importante del mundo.

Ya me imagino a estos científicos como los proyectan en las películas al más puro estilo de Hollywood, en sus grandes y complejos laboratorios vestidos con sus largas batas blancas, con una fórmula que dice: Tormenta = aire húmedo + atmósfera inestable + un mecanismo para iniciar el fenómeno; y accionando después un botón rojo.
Pero si acabo de leer la noticia de que descubrieron que el átomo tiene forma de pera, ahora los estudiantes tendrán que buscar otro material que no sea la clásica bolita de unicel para poder presentar sus proyectos de ciencias.
Más nosotros, algo tenemos claro, pues está escrito:

Iejezkel (Ez) 10:13 Cuando El truena, las aguas del cielo rugen, El levanta nubes desde los confines de la tierra, El hace que el relámpago resplandezca en la lluvia y saca el viento y lo trae desde sus almacenes.

Por el momento mejor me apercibo; porque cada vez que veo relámpagos y escucho truenos, recuerdo que HaKadosh Baruj Hu –El Santo Bendito Es-, afila una espada y yo solo alcanzo a ver caer las chispas mientras lo hace.

Deja una respuesta