Un cuento para Shavuot
Cuando la mañana llegó, un aroma muy peculiar inundaba el ambiente. Cereales, uvas, aceitunas, era lo primero que alcanzaba a distinguir. –El desayuno de hoy será muy bueno. –fue lo primero que pensé. Recité mis Bendiciones matutinas y más presto que perezoso me dirigí a la cocina, ahí vi como mi padre acomodaba los canastos…