6, 7, 8

El pueblo entiende de manera profunda la trascendencia de los números en la creación del universo. Al Creador le bastó contar del uno al seis para construir todo.
Bereshit exhibe la creación. Deja en la mente un patrón de un ciclo físico; lo que se ve y lo que se puede transformar.
Esos seis días son una base de garantía que sustentan todo lo realizado y mantienen el ritmo del éxito.

Analizando este punto, quisiera pensar que no es necesario trabajarlos todos en algo físico. Al igual que la creación, se debe tener variedad en lo realizado.
El Altísimo manejó diferentes “materiales” como la luz y las fuerzas, las aguas, la expansión; la formación de lo alto y lo bajo. En fin, cada día originó algo poderosamente productivo.
Sería importante estudiar y entender, lo aconsejable de trabajar cada día de la semana.

Al paso del tiempo los seis días de trabajo en mi vida han ido transformándose. Los últimos años he tenido la sensación de que si no controlo mi forma de ver el trabajo, este me transforma a mí y no yo a él. Al llegar al séptimo día me siento a salvo de toda preocupación, ansiedad y responsabilidad. Como si le entregara todo ese trabajo a Quien me invitó a descansar y domina todo.

Para defender y comprender los seis días de la semana, tienes que agradecer el séptimo día. Reflexiona lo siguiente: Estás encerrado en un ciclo de siete días que se repite una y otra vez. A veces no te das cuenta de que cada ciclo desgasta algo dentro de ti [a todos nos puede pasar]. Lo importante es que cada “sección” de este ciclo se quede en su lugar. No debes de alterar ni el trabajo en los seis días ni el reposo en el séptimo.

Descansar dentro de los seis días es tu decisión. Descansar el séptimo lo decidió el Bendito Sea Su Nombre.
No creo hacerlo entre semana tenga el mismo beneficio obtenido del séptimo día.

De manera general se entiende qué significa contar del uno al siete.
Del uno al seis es manejo de materia. El siete es el reconocimiento del Dueño de la materia. ¿Qué podría entenderse con el numero 8?

El Bendito Sea Su Nombre dio una forma sencilla de saber contar hasta el ocho.
Enseñó como el ciclo de los sietes días son la pauta para la obediencia, para lo Eterno.
Vaikra/Levítico 12:3 Y al octavo día circuncidará la carne de su prepucio.

El octavo día es un momento de pacto. Tomas la materia y la transformas. Le quitas lo único que no procesa a la eternidad.
Se te entrega la capacidad de salir del ciclo repetitivo del seis, del trabajo, de un yugo casi invisible. Solo con esto tienes el control para fácil llegar al siete, un espacio de aparentes 24 horas, que en realidad es un momento de Eternidad aquí en la tierra.

El siguiente pasuk dibuja de manera didáctica cómo influye el número ocho en la materia:
Shemot/Éxodo 22:30 Así harás de tu toro, de tu oveja: siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.
Llegar al Ocho es estar apto.
Si tu intelecto no te deja entenderlo, quizás ronde un poco de duda y el miedo se asome; aun no tienes un control de manera total, pero intentas una y otra vez.

Todo esto intenta dejar ver al número ocho, con un aspecto no de cantidad sino de profundidad.
La Torah permite ver que en este número el poder restablecer cuando alguien se ha equivocado. El ejemplo del Metzora’ es claro ejemplo.
Vaikra/Levítico 14:22,23 Y dos tórtolas, o dos palominos, lo que alcanzare su mano; y el uno será para expiación por el pecado, y el otro para holocausto: Las cuales cosas traerá al octavo día de su purificación al sacerdote a la puerta del tabernáculo del testimonio delante del Eterno.

Los tiempos pueden encerrarse en el número 8. No solo días, pueden ser años.
Estando en el 5778, falta muy poco para entrar al séptimo día. No te preocupes, estás a punto de llegar y sentarte en la mesa del Kabalat Shabat mas importante. A fin de cuentas lo has realizado una y otra vez. Estás más que capacitado para estar allí, ¿no crees?

Conclusión

No creo que a largo de la vida te pases contando del uno al ocho para que te vaya bien. ¡No! El quehacer inteligente es tener en cuenta los tiempos de cada uno de ellos. Tomar del uno al seis todo lo que corresponde con dignidad, con bastante ventaja sobre los demás. Al 1000 por uno como está establecido.

Cuando llego a casa en la tarde del viernes, tengo la sensación que he escapado, que he tenido la capacidad para controlar esos seis días. A veces con éxito, a veces con menos. Muy pocas veces casi vencido.
Que feo siento cuando he perdido. Algo me dominó y me “enredó” entre espinas. Me confunde y me siento muy raro.
Gracias al Eterno que puedo volver a contar uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Y Bendito Eterno, un ciclo me devuelve otra vez a la oportunidad de sentir y suspirar por un ocho allá en la Eternidad.

Shabat shalom!

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